Anécdotas

SOBRE CÓMO ENTRÉ EN EL MUNDO DE LA REPOSTERÍA


Desde muy pequeñita me ha gustado mucho la cocina, gracias a que mi abuela Victoria era una gran cocinera; siempre estaba con su delantal de cuadritos blancos y negros haciendo infinidad de platos. Aún hoy en día, cuando cierro los ojos, recuerdo el olor y el sabor de sus croquetas... ¡mmm, eran fantásticas!; también recuerdo sus aceitunas y la paciencia con la que las preparaba. 

A todo esto se suma que mi padre (Paco), en sus días de descanso, siempre cocina y se le da genial; hace unas paellas y unos guisos para chuparse los dedos, el marisco siempre lo deja a su punto y otras tantas cosas más.

Pero, en realidad, fue a partir de que a Fernando, mi hijo mayor -que ahora tiene siete añitos- le diagnosticaron diabetes -cuando sólo tenía tres-, que empecé a investigar muchísimo para mejorar su alimentación y sobre todo quise introducirme en el mundo de la repostería para que pudiera tomar  los pasteles, tartas y bollerías -sin azúcar- que todos los otros niños podían tomar.

Así me di cuenta que el de la repostería era efectivamente un mundo, pero un mundo maravilloso... y extensísimo.

Cuando me meto en la cocina es como si me metiera en un túnel del tiempo, disfruto tanto que horas allí dentro me parecen tan sólo segundos.




LA GANACHE NO ES NINGUNA TONTERÍA

Como bien sabéis, la ganache, canache o ganaché es una preparación a base de nata y chocolate, mezclados a partes iguales en caliente, y que sirve tanto para recubrir como para rellenar pasteles, tartas, galletas, pastas. Se cree que la ganache surgió sobre el año 1850 y su procedencia es incierta pues unos dicen que proviene de Suiza y otros que lo inventó la pastelería Siravdin de París.
La cosa graciosa es el origen del nombre. Se cuenta (¡quién sabe cuánto de verdad habrá en ello!) que un día un aprendiz pastelero francés mezcló en caliente -por error- chocolate y nata. Cuando su maestro pastelero vio tal "barbaridad" se echó las manos a la cabeza y rojo de ira y mirando al pobre muchacho exclamó: "Ganache, ganache, mais qu'est-ce que tu as fait?" ("Pero, so tonto -incompetente, patán-, ¿qué es lo que has hecho?) Y es que la palabra francesa "ganache" (hoy en desuso) significa eso: tonto, inepto, idiota. Sin embargo, cuando el maestro pastelero, por curiosidad y una vez pasado el enfado, probó el resultado en frío, decidió apoderarse de esa serendepia, de ese hallazgo casual, y mantuvo el nombre primero que salió de su boca al verlo: Ganache!
¿Realidad o leyenda? ¡Quién sabe!
Así que ya sabéis, cuando toméis ganache tened claro que lo que estáis degustando no es otra cosa que un tonto al chocolate, je, je.



NO SIEMPRE LOS PLANES SALEN BIEN

El coronel Hannibal Smith, el cerebro del Equipo A, hizo famosa la frase "Me encanta que los planes salgan bien"... vamos, como a casi todo el mundo. Sin embargo, y en lo relativo a la cocina, no siempre es así; para llegar a conseguir que algo te salga bien tienes que probar una y otra vez y sufrir muchas pifias. Y os pongo un ejemplo. Hace unas cuantas semanas les hice a mis hijos unos panes con la cara de Finn, un personaje de la serie de dibujos animados Hora de aventuras; era relativamente fácil de conseguir pues se trataba únicamente de una cara con un gorro y dos cuernecillos. Tanto les gustó que, desde entonces, mi hijo Francisco me pedía  que le hiciera a Jake (un perro mágico amarillo y algo gamberro), pero no sólo la cara sino al completo, cuerpo incluido. Hoy me he puesto a hacer pan y me he acordado de su petición por lo que he aprovechado para  hacerlos, por lo menos para intentarlo. Siempre es complicado hacer figuritas de pan porque cuando fermentan y levan se hinchan tanto que corres el riesgo de que se deformen. Bueno, pues eso es lo que me ha pasado a mí, ja ja ja... Cuando ya estaban horneados y listos, al enseñárselos a mis hijos, se han reído muchísimo y decían que más bien parecían unos sapos, ja ja ja... Nos hemos hartado de reír. Luego los he pintado con rotuladores de tinta comestible y han mejorado un poquillo... porque al principio, ja, ja...





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